lunes, 3 de diciembre de 2012

EL FRACASO VITAL

Dizziness. Iman Malecki (1)
Todos hemos experimentado a lo largo de nuestra vida el éxito y el fracaso. Dos caras de la misma moneda, la vida. Una vida que consiste en un conjunto de pequeñas y grandes decisiones que van configurando nuestra trayectoria vital llenándola de experiencias, ilusiones, desengaños y espereranzas que moldean nuestra personalidad y nuestra manera de afrontar el día a día.

Pero si nos paramos un instante y reflexionamos sobre esos éxitos y fracasos nos daremos cuenta que muchos de ellos, por no decir todos, han dependido siempre de factores externos a nosotros. Han dependido, y lo siguen haciendo, de una sociedad que nos marca, desde que somos niños, un camino a seguir que determinará nuestro futuro y que coarta nuestra libertad para desarrollarnos tal cual somos. Echemos brevemente la vista atrás y preguntémonos con sinceridad si hemos podido elegir nuestros estudios, nuestra profesión o nuestra pareja y cómo esas elecciones han influido en nosotros. Analicemos si nuestras creencias son sinceras, si nuestro modo de vida se ajusta a lo que queremos o, por el contrario, se ajusta sólo a un conjunto de convenciones sociales que todos aceptamos como válidas y en las que ponemos todas nuestras esperanzas a la hora de alcanzar el éxito y la felicidad.

Ahora más que nunca, la crisis que nos afecta pone de manifiesto lo injusto de nuestro sistema de vida, porque ¿cómo no sentirnos como unos fracasados cuando perdemos nuestro trabajo, cuando no podemos pagar la casa que con tanta ilusión compramos? ¿cómo no hacerlo en una sociedad en la que el éxito o la felicidad se miden en función de nuestro status profesional y social? ¿Cómo es posible que nuestro aspecto externo, nuestro coche o nuestra tarjeta de crédito sean las varas de medir que nos situarán entre los ganadores o entre los perdedores? Y lo que es aún peor, la misma sociedad que nos empuja a consumir y a basar todo nuestro bienestar en posesiones materiales nos da de lado cuando no las perdemos o no somos capaces de alcanzarlas, consiguiendo tan solo de ella pequeñas migajas de compasión.

Yo he experimentado lo que he terminado por denominar como "mi fracaso vital". Siempre hay un instante en el que una decisión puede marcarte, para bien o para mal, el resto de tu vida. Hace años me vi inmerso en esa encrucijada y tomé una decisión. Elegí un camino que me abocó al fracaso personal y social. Todo mi mundo se vino abajo entre engaños hacia todos los que confiaban en mí. Ni el apoyo incondicional de familia y amigos han servido durante estos años más que para mortificarme y echarme a las espaldas tanto su sufrimiento como el mío. Y aún hoy no pasa un sólo segundo sin que recuerde todas y cada una de esas acciones que me llevaron a tirar por la borda más de 30 años de lucha y esfuerzos.

Cinco años he tardado en poder escribir estas breves líneas. Cinco años en los que sólo he sido capaz de culparme continuamente y preguntarme qué me llevó a cometer tal locura. ¿Cúantas veces me he preguntado cómo pude estar tan cerca de lo que creía que era el éxito? No he sido aún capaz de contestar estas preguntas pero he dado un paso que considero fundamental. He empezado a perdonarme a mí mismo, a asumir que lo que hice ya no tiene remedio. A reconocer que muchos de los pasos que he dado en esta vida fueron fruto del autoengaño, de no ser capaz de de reconocer mis debilidades. Y en mi caso concreto, echarle la culpa a la sociedad de la que hemos estado hablando sería una solemne tontería. Cierto que las ansias de triunfo y de reconocimiento social me arrojaron al abismo, pero nadie me obligó. Fui yo el que se impuso una serie de metas inalcanzables. Todos esos pasos, ahora no me cabe la menor duda, me llevaron a ese "fracaso vital" . Pero es un camino que ya ha sido recorrido y que es imposible desandar.

No me considero capaz de dar consejos, ni pretendo que esto se convierta en un espacio de autoayuda. Todos y cada uno de nosotros somos únicos y afrontamos los problemas y sus soluciones de mil maneras distintas. Lo que me sirve a mí es muy probable que no os sirva a vosotros. Hoy comienzo un viaje que no sé muy bien donde me llevará pero al que os invito a uniros.

Un saludo a todos y bienvenidos a Diarios de meditación y vida.

Francisco Arellano

(1) reconozco mi debilidad por el artista iraní Iman Malecki. En su web http://imanmaleki.com podréis disfrutar de sus magníficas obras.

1 comentario:

  1. “He empezado por perdonarme a mí mismo” Este es el principio de tú nuevo camino,
    atrás queda un paso en falso. El aprendizaje de vida empezará cuando veas el ayer con una distancia suficiente como para que no te duela, o dicho de otro modo para que nunca más te sientas culpable. Empieza cada día cogiendo tú rayo de sol y vívelo a fondo

    ResponderEliminar